Uno de los mayores retos de las empresas es la adopción de decisiones partiendo de un adecuado conocimiento de la realidad. Una problemática para cuya resolución se suelen recurrir tanto a mecanismos de externalización como a formas de provisión in house, a través de los medios personales de la entidad. Obviamente, ésta es una solución que está más a la altura de las grandes empresas, mientras que las pequeñas y medianas tienen que recurrir con más frecuencia al apoyo de tercero.
La opción de externalización suele tener ámbitos diferentes. Por un lado, apoyo en la gestión integral. Un asesoramiento global que puede ir tanto de la mera gestión de procesos y gestiones con las Administraciones públicas como para procesos internos que, de otra forma, podrían consumir unos recursos cuantitativamente importantes para las PYME. Precisamente por ello, las empresas que se involucran en operaciones que pueden parecer mecánicas pero que configuran un valor añadido relevante para las entidades asesoradas.
El asesoramiento a las grandes empresas plantea otros interrogantes. No suele derivarse la gestión de los procesos internos de gestión de la entidad sino que la duda suele ubicarse en los mecanismos de toma de decisión estratégica o puntual de especial dificultad técnica. La tradicional pregunta de qué hacer, cuya respuesta en muchas ocasiones tiene más complejidad que la mera externalización, ya que se mezcla historia, valores e incluso la problemática general del sector, la madurez de los productos y las nuevas oportunidades que plantea este mundo cambiante.
Y aquí chocamos en muchas opiniones con un problema: no hay una solución sino varias.
En efecto, muchas decisiones estratégicas, vinculados a los conocimientos de ciencias sociales, padecen un déficit inicial, que no se suele tener presente: es muy posible que las soluciones a los problemas en ciencias sociales tengan más de una solución, todas las cuales pueden ser razonables. El derecho es un ámbito en el que nos movemos con esta dificultad, pero también la economía o la gestión empresarial. Es la dificultad de una técnica que no proporciona respuesta indubitada.
Lo cual es una desventaja pero que permite ser más creativo para romper tendencias negativas en el funcionamiento empresarial. Es, por así decirlo, una forma de plantear soluciones disruptivas que ayudan a generar nuevos marcos de funcionamiento que solucionen problemas estructurales de la empresa.
Pero adoptar un planteamiento disruptivo, plantear nuevos modelos de negocio o replantearse la conveniencia de cómo se desenvuelve la empresa constituye una realidad a la que deberían someterse las entidades, públicas y privadas, cada cierto tiempo ya que si no se realiza se corre el riesgo de acomodarse, pasando las oportunidades de negocio y no ponderando adecuadamente los peligros que acechan a sus modelos de funcionamiento y, en su caso, de negocio. Reinventase o morir.
Dicho de otro modo, que no haya una solución obliga a peticionario de la información no sólo a una elección adecuada del asesor dependiendo de cuáles sean sus preferencias de resultado, lo revolucionario que sea el planteamiento, sino también a realizar un proceso interno de ponderación de riesgos.
Incluso, podríamos decir que hay técnica “de derechas” y “técnica de izquierda”, que depende del marco conceptual en el que se mueven las personas que están en los órganos de decisión. Posiblemente, sea una realidad especialmente relevante en el marco del asesoramiento político, pero que, al mismo tiempo, sirve para la gestión de empresas que están marcadas por un planteamiento de valores. Ni más ni menos que es una forma de determinar cómo se estructura la política de Responsabilidad Social Corporativa y la profundidad y recursos con que se le dota.
Más aún, el asesoramiento y la consultoría a terceros puede tener causas reputacionales. Son los supuestos en los que lo que se busca con el asesoramiento es o bien una firma de prestigio que valide la solución previamente adoptada o que sencillamente informe sobre los procesos que hacen falta para implementarlo. Es un asesoramiento de diseño, cuya vertiente más dramática puede ser la contabilidad creativa.
El asesoramiento externo puede tener una última vertiente que cada vez está más extendida en las grandes empresas: la creación de opinión. Un proceso en el que lo que se pretende es impulsar medidas que satisfagan la posición relativa que tiene una determinada entidad en un campo concreto. Un asesoramiento que es, esencialmente, justificativo y que alcanza a la actividad de lobby ante las Administraciones públicas y que se desarrolla tanto a través de eventos como publicaciones.
Como se puede apreciar, una decisión de pedir asesoramiento y ayuda a terceros debe estar marcados por un conocimiento intenso de qué es lo que se busca. Incluso, en aquellos casos en los que lo más relevante no es la respuesta sino la pregunta. Y siendo conscientes de que en la ejecución de la propuesta estaremos durante tiempo en un camino tortuoso, en el que cada paso que demos nos aleja más del resultado buscado… hasta que, al final, nos encontramos en la meta.